La confusión entre estos dos términos es común, pero es esencial comprender la diferencia entre alimentación y nutrición, ya que aunque están interrelacionados, no son sinónimos. Por un lado, la alimentación se refiere al proceso de ingerir alimentos, mientras que la nutrición implica la absorción, el metabolismo y la utilización de los nutrientes contenidos en esos alimentos.
A lo largo de este artículo exploraremos en profundidad las funciones de cada uno, sus definiciones y cuáles son sus diferencias.
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Índice de contenidos
¿Qué función cumplen la nutrición y la alimentación?
Diferencia entre alimentación y nutrición
¿Qué es la nutrición según la OMS?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la nutrición “es un aspecto crítico de la salud y el desarrollo. La buena nutrición guarda relación con un sistema inmunitario más fuerte; menos riesgos de enfermedades no transmisibles (tales como diabetes y enfermedades cardiovasculares) y longevidad.”
La nutrición no solo es vital para el bienestar individual, sino que también tiene un impacto significativo en la salud pública a nivel global. Un enfoque adecuado contribuye a la prevención de enfermedades crónicas y promueve la calidad de vida.
Además, la OMS enfatiza la importancia de la nutrición durante los períodos críticos del ciclo de vida, como el embarazo y la infancia, donde las necesidades nutricionales son especialmente elevadas y tienen consecuencias a largo plazo en la salud.
¿Cuáles son los tipos de alimentación?
A la hora de hablar de alimentación, existen diversos tipos dependiendo de los grupos de alimentos que se ingieren o que se rechazan.
Por lo tanto, veamos ahora cuáles son las más populares y qué las caracteriza:
Alimentación Omnívora
La alimentación omnívora engloba una dieta diversa que incluye tanto alimentos de origen animal como vegetal. Este enfoque es el más común entre los seres humanos y proporciona una amplia variedad de nutrientes esenciales.
No obstante, su éxito depende de la atención a la calidad y variedad de los alimentos ingeridos, ya que puede ser propenso a desequilibrios si no se gestionan adecuadamente.
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Alimentación vegetariana
La alimentación vegetariana excluye la carne y el pescado, pero permite el consumo de otros productos de origen animal como huevos y lácteos. Esta alimentación se basa en frutas, verduras, granos y legumbres.
Se asocia a beneficios para la salud cardiovascular y la gestión del peso. Sin embargo, requiere una planificación cuidadosa para asegurar la obtención de todos los nutrientes esenciales, especialmente proteínas y vitamina B12.
Alimentación vegana
La alimentación vegana va un paso más allá, excluyendo todos los productos de origen animal, desde carne hasta lácteos y huevos. Este enfoque tiene fundamentos éticos y ambientales, pero también implica desafíos nutricionales, ya que es necesario garantizar el aporte adecuado de proteínas, hierro, calcio, vitamina B12 y otros nutrientes esenciales de fuentes exclusivamente vegetales.
Alimentación macrobiótica
La alimentación macrobiótica se basa en principios filosóficos y equilibrios energéticos, con énfasis en alimentos locales y estacionales. Además de considerar la nutrición, este enfoque tiene en cuenta la relación entre la alimentación, el equilibrio del cuerpo y la mente.
Aunque puede ofrecer beneficios holísticos, puede resultar restrictiva y requiere un conocimiento profundo para garantizar una nutrición adecuada.
Alimentación paleo
La alimentación paleo se inspira en los hábitos alimentarios de la era paleolítica, priorizando alimentos no procesados como carne magra, pescado, frutas, verduras y frutos secos.
Aunque destaca la calidad nutricional de estos alimentos, la dieta puede ser difícil de seguir y podría excluir grupos alimenticios importantes, como los granos enteros y los lácteos.
Alimentación keto
La alimentación keto, o dieta cetogénica, se centra en la reducción significativa de la ingesta de carbohidratos y el aumento de la proporción de grasas y proteínas con el fin de inducir un estado metabólico llamado cetosis, donde el cuerpo quema grasas para obtener energía en lugar de depender de los carbohidratos.
Esta dieta ha mostrado beneficios potenciales para la pérdida de peso, la mejora de la sensibilidad a la insulina y el control de la glucosa en sangre. No obstante, también plantea desafíos debido a la reducción extrema de carbohidratos, que puede afectar la diversidad nutricional y requerir una atención meticulosa para asegurar la ingesta adecuada de vitaminas y minerales.