Los psicofármacos son unos medicamentos que actúan en el seno del cerebro y que llevan a unos determinados efectos psicológicos. Esto varía según la persona y el tratamiento que esté siguiendo, de ahí que sea necesaria la supervisión médica. Por tanto, hablamos de unos medicamentos que se usan para hacer frente a determinados trastornos mentales. Además, estas alteraciones pueden ser agudas y puntuales o crónicas y permanentes. Si quieres saber más sobre este tema puedes ampliar tus conocimientos con nuestro Máster Experto en Neuropsicología + Máster Experto en Neurología y especializarte en la detección y tratamiento de patologías relacionadas con el sistema nervioso.

¿Para qué se utilizan los psicofármacos?

La psicofarmacología es la disciplina científica que se centra en el estudio de los efectos de los fármacos sobre las personas. Concretamente, vigila las conductas y trastornos psíquicos y mentales que puedan sufrir. Es decir, estudia cómo estos medicamentos pueden afectar a tu salud, por lo que para tomarlos es necesario que tengas una receta médica.

Los profesionales, mediante una terapia establecida, realizan la prescripción de los medicamentos específicos para corregir las citadas conductas o patologías. Así, procuran que los pacientes lleven una vida lo más estable posible. También es importante que sepas que son tratamientos totalmente individuales, pues cada cerebro es único. Además, es necesario acreditar que el paciente está en tratamiento psíquico y mental para que pueda tener acceso a dichos productos.

Del mismo modo, se recomienda llevar a cabo la ingesta de estos medicamentos siguiendo estrictamente las recomendaciones médicas. Y, por supuesto, combinándola con visitas periódicas al psicólogo y psiquiatra para que lleven un seguimiento de la medicación y de la evolución del paciente.

Dicho tratamiento modifica los efectos de los neurotransmisores cerebrales, reduce la concentración de los mismos y bloquea los receptores sobre los que actúan. Con ello se busca que el paciente mejore su estado psicótico y tenga un mayor control de sí mismo.

Los psicofármacos actúan en la corteza cerebral y en las estructuras encefálicas más profundas, y gestionan las funciones cerebrales más complejas. Son muy útiles para tener un mayor control de las emociones, los recuerdos o la afectividad.

Tipos de psicofármacos

Estos medicamentos se recetan en función de los síntomas del paciente y de la necesidad que tenga de tomarlos. Así, en la mayor parte de los casos se llegan a controlar los síntomas y trastornos mentales que estas personas padecen. Podemos distinguir entre cuatro tipos de psicofármacos:

Neurolépticos o antipsicóticos

Se emplean para el tratamiento de la psicosis, con ejemplos como la esquizofrenia y otros tratamientos psicóticos. Los compuestos en haloperidol, risperidona o olanzapina producen un efecto de sedación profunda.

Ansiolíticos y sedantes

Medicamentos como el diazepam, el lorazepam o el alprazolam permiten controlar la ansiedad o tratar el insomnio. Dichos estimulantes son más conocidos por sus nombres comerciales, concretamente por Valium, Orfidal o Trankimazin, entre otros. Aquí también encontramos otros fármacos como el zolpidem o la zopiclona.

Antidepresivos

Son aquellos que se usan para el tratamiento de la depresión y otros trastornos como la ansiedad o relacionados con la alimentación. Están diseñados para las personas deprimidas y con las citadas patologías y no producen ningún efecto en personas mentalmente estables.

Antirrecurrenciales o estabilizadores del estado de ánimo

Se utilizan para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), los trastornos propios del estado de ánimo, el trastorno bipolar o trastorno límite de la personalidad.

Incluso, podemos hacer otra clasificación con medicamentos estimulantes (derivados de anfetamínicos) o depresores (hipnosedantes o anestésicos).

¿Tienen efectos secundarios estos estimulantes?

El uso de estos fármacos está asociado a patologías concretas y reconocidas. En cambio, se consideran sustancias de abuso cuando se toman sin control y sin prescripción médica. De hecho, los efectos positivos de estos medicamentos quedan demostrados en pacientes que los necesitan, pero no en personas mentalmente estables. Y, por supuesto, nunca debes mezclarse con bebidas alcohólicas, drogas de cualquier clase u otro tipo de psicofármacos.

¿Los antidepresivos generan dependencia realmente?

Los medicamentos de tipo depresor son los que más problemas generan si los tomas con frecuencia. Por ejemplo, en esta lista incluimos las benzodiacepinas, conocidas comercialmente como Valium, Orfidal o Trankimazin. Son el grupo de fármacos más recetados después de los antibióticos y tienen un alto potencial para provocar dependencia, tolerancia o síndrome de abstinencia de los dependientes.

Incluso, hay pacientes que tienen tal dependencia a estos fármacos que sufren delirios o ideas de suicidio al no tomarlos. Por tanto, vuelve a evidenciarse la necesidad de seguir unas recomendaciones y un seguimiento médico profesional continuo con cada persona. Además, con ello también hay una mayor seguridad de que las dosis tomadas son las correctas.

También es importante resaltar que no se puede detener de golpe la medicación. Es más, las consecuencias serían peores, pues esto lleva a malos comportamientos, aumento de la agresividad con los convivientes o pensamientos irracionales. Por tanto, solo el buen uso de estos productos llevaría a una mejora general de la conducta siempre que así lo apruebe un especialista quien durante el tratamiento elabora informes objetivos sobre la evolución del paciente.

Los psicofármacos, instalados en la sociedad

Todo esto evidenciaría que la sociedad tiene una relación bastante estrecha con este tipo de medicamentos. No obstante, muchas personas no son del todo conscientes del peligro que conlleva el consumo irresponsable de dichas sustancias si no se realiza bajo la prescripción de un tratamiento adecuado. Por ello, hay que rechazar esta creencia de las buenas consecuencias de los psicofármacos cuando no hay una prescripción médica.

De hecho, el mal uso lleva a los problemas citados anteriormente y a otros desajustes como la baja autoestima y malos comportamientos. Y todo esto acaba en terribles consecuencias familiares cuando la persona afectada tiene ideas como la del suicidio. Esto va ligado sobre todo a la automedicación o el abandono repentino de la toma de medicamentos, una práctica cada vez más común que perjudica la salud. Y es que, si se produce una sensación de malestar, lo más indicado es acudir al especialista para que valore y determine el tratamiento más oportuno en cada caso.