Una contractura muscular puede parecer algo cotidiano: un dolor de espalda tras horas frente al ordenador, una molestia en el gemelo después de correr o una rigidez en el cuello tras una mala postura al dormir. Sin embargo, lo que a menudo se ve como simple incomodidad puede convertirse en un problema recurrente si no se entiende bien qué es y por qué aparece. Por eso, hoy resolvemos estas dudas. ¡Quédate para aprender más sobre cómo se tratan las contracturas musculares y cuánto tardan en desaparecer!
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Índice de contenidos
¿Qué es una contractura muscular?
Una contractura muscular es una contracción involuntaria y persistente de un músculo o de algunas de sus fibras. A diferencia de un calambre, que aparece de forma repentina y suele durar segundos, la contractura se mantiene en el tiempo, generando dolor, rigidez y limitación en el movimiento.
Imagina que el músculo, en lugar de relajarse tras el esfuerzo, se queda “encendido”. Esa tensión continua no solo produce incomodidad, sino que también puede afectar al rendimiento deportivo o incluso a tu calidad de vida diaria.
El músculo en contractura sufre una reducción en su aporte sanguíneo, lo que dificulta la llegada de oxígeno y nutrientes. Esto favorece la acumulación de sustancias de desecho, provocando la sensación de rigidez y dolor localizada que tan bien conocemos. Y, en el ámbito deportivo, son todavía más habituales y, aunque no son graves, requieren atención.
Causas
Las causas de las contracturas musculares pueden ser:
- Sobrecarga muscular. Entrenar de forma intensa sin el descanso adecuado puede provocar que las fibras musculares no se recuperen correctamente.
- Mala técnica o gestos repetitivos. Una postura inadecuada al correr, levantar peso o incluso al estar sentado frente al ordenador puede generar tensión sostenida.
- Falta de calentamiento y estiramiento. Preparar los músculos antes del esfuerzo y relajarlos después es esencial para evitar rigidez.
- Estrés y tensión emocional. El cuerpo refleja nuestras emociones, y el estrés prolongado suele acumularse en zonas como el cuello y la espalda.
- Deshidratación o déficit de minerales. Cuando el organismo no cuenta con los niveles adecuados de agua y electrolitos, los músculos son más propensos a sufrir contracturas.
- Sedentarismo. Permanecer mucho tiempo en la misma posición también es una forma de sobrecargar la musculatura.
Cuánto tiempo tarda en quitarse
Cuánto dura una contractura es una pregunta común, y la respuesta depende de la causa, intensidad y atención que se le preste desde el inicio. En general, una contractura leve puede desaparecer en unos días de reposo, hidratación y estiramientos suaves.
Si la contractura es más intensa, puede prolongarse durante una o dos semanas. En casos más complejos (cuando no se trata, hay lesión asociada o si se repite constantemente), la recuperación puede alargarse incluso varias semanas. El tiempo de recuperación también se alarga según el tratamiento que le apliques.
Síntomas de la contractura muscular
Identificar una contractura es relativamente sencillo, aunque a veces puede confundirse con otras lesiones musculares. Los síntomas de la contractura muscular más característicos son:
- Dolor localizado. Se nota claramente en un punto del músculo, a menudo acompañado de sensibilidad al tacto.
- Rigidez muscular. La zona afectada se percibe tensa, con dificultad para relajarse incluso en reposo.
- Bulto palpable. En algunos casos, al tocar la zona se siente como una “bola” o nudo duro.
- Limitación del movimiento. Mover la zona afectada resulta incómodo o incluso doloroso.
- Aumento del dolor con el esfuerzo. Actividades simples como caminar, girar el cuello o levantar el brazo pueden intensificar la molestia.
A diferencia de una rotura de fibras, la contractura no suele provocar hematomas ni una pérdida brusca de fuerza. Sin embargo, el dolor constante puede ser suficiente para afectar tanto al rendimiento deportivo como al día a día.
¿Cómo se cura una contractura muscular?
Llegamos a la pregunta de qué hacer cuando tienes una contractura muscular. La buena noticia es que existen muchas opciones de tratamiento, tanto caseras como, por supuesto, profesionales.
- Reposo relativo. No se trata de dejar de moverte por completo, sino de evitar aquellas actividades que aumenten el dolor. Mantener el cuerpo en movimiento suave, como caminar o hacer estiramientos ligeros, favorece la circulación y la recuperación.
- Aplicación de calor local. Ayuda a relajar la musculatura y mejorar el riego sanguíneo. Una manta eléctrica, una bolsa de agua caliente o incluso una ducha caliente pueden ser aliados eficaces.
- Masajes descontracturantes. Un masaje profesional estimula la circulación, ayuda a eliminar sustancias de desecho y libera la tensión acumulada en el músculo. Es una de las técnicas más efectivas para acelerar la recuperación.
- Estiramientos suaves. Estirar de manera controlada y sin dolor puede favorecer la elasticidad y reducir la rigidez. Nunca fuerces el músculo más allá de tu límite.
- Fisioterapia y técnicas avanzadas. Un fisioterapeuta puede aplicar técnicas como la punción seca, la electroterapia o la terapia manual, adaptando el tratamiento a la intensidad de la contractura.
- Hábitos saludables. Mantenerte hidratado, cuidar la alimentación y dormir lo suficiente son pilares básicos para prevenir y tratar cualquier tipo de contractura.
- Prevención a largo plazo. Incorporar rutinas de calentamiento antes del ejercicio, dedicar tiempo a estiramientos después de entrenar y mejorar la higiene postural en tu día a día son pasos fundamentales para evitar que las contracturas se repitan.
Las contracturas musculares son molestas, frecuentes y, en la mayoría de los casos, evitables. Conocer sus causas, aprender a identificarlas y aplicar el tratamiento adecuado es clave para que no interfieran en tu rendimiento ni en tu calidad de vida.
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