Las lesiones musculares se dan más frecuentemente en los deportistas. Este tipo de dolencias se pueden producir tanto en entrenamientos como durante o posteriormente a una competición. Pero, ¿qué puede causarlas? ¿cuáles son las molestias más comunes y cómo prevenirlas? Te lo contamos todo en nuestro post. Y, si quieres formarte en la instrucción de actividades físicas para evitar lesiones, apuesta por el Curso de Personal Trainer. Así, obtendrás las competencias formativas requeridas para promover buenas pautas en la práctica deportiva.

Las lesiones musculares en el deporte

Existen diversas lesiones que afectan a los músculos. Muchas veces no sabemos cómo nos hemos hecho daño o por qué nos duele alguna parte del cuerpo. Las lesiones musculares pueden producirse tanto en el ámbito cotidiano y laboral, sin embargo, son mucho más habituales en el ámbito deportivo.

Tipos de lesiones musculares

Como hemos comentado, existen diferentes posibilidades de lesiones musculares, con rotura o no, desde una pequeña contractura hasta una contusión muscular. A continuación te explicamos cuáles son las lesiones musculares más comunes:

Agujetas

Suelen aparecer unas horas después de haber realizado ejercicio físico intenso. También pueden aparecer al día siguiente o a los dos días. Son microrroturas que surgen debido a la debilidad de las fibras musculares o por un sobreesfuerzo de ejercicio.

¿Cómo evitar las agujetas? Nuestro consejo es que adaptes cuerpo al ejercicio con una intensidad de forma progresiva, sin forzar la actividad de un día para otro.

Calambres

Son contracciones involuntarias de los músculos. Aunque solo duran minutos, suelen ser muy dolorosas. También aparecen por un sobreesfuerzo, cuando el músculo no ha calentado antes de hacer ejercicio o cuando se lleva mucho tiempo haciendo ejercicio y el músculo está cansado.

Contracturas

Este tipo de molestias musculares son muy recurrentes entre los deportistas. Se trata de contracciones musculares involuntarias. El dolor es local y permanente. Normalmente se originan en la espalda y en las cervicales debido a la adopción de malas posturas. Alteran el funcionamiento normal del músculo ya que endurecen la zona contracturada, además de provocar dolores de cabeza o mareos.

Como método de prevención se pueden realizar estiramientos para mejorar la flexibilidad de la musculatura. Así se evitan posturas inadecuadas y situaciones de estrés constante. Si se producen al realizar actividad física, también es aconsejable acudir a un profesional experto en lesiones deportivas.

Desgarros

Los desgarros musculares son muy comunes y pueden producirse roturas fibrilares parciales o totales. Igualmente, se clasifican según el grado de sobreestiramiento del músculo en los grados 1, 2 o 3.

Contusiones

Se originan cuando el músculo recibe un golpe. Acostumbran a producirse en los deportes de contacto. Es preciso dejar de hacer ejercicio e inmovilizar totalmente la zona donde se ha producido la lesión muscular, además de utilizar vendajes de compresión.

Pautas para la prevención de lesiones y molestias musculares

Como hemos comentado, la prevención de lesiones musculares es esencial. Por ello es importante conocer qué elementos nos afectan y qué podemos cambiar y mejorar para evitar, en la medida de lo posible, que se produzcan lesiones musculares, esguinces, contracturas, etc. Algunos de estos factores que afectan a la probabilidad de sufrir lesiones pueden ser: la edad, el estado de salud o el tipo de actividad física se realiza. Igualmente, hay otros factores a los que no se les da tanta importancia como la nutrición o el estado emocional de la persona y que también influyen.

A continuación, te contamos cuáles son los principales factores que comportan un riesgo para las lesiones y que podemos controlar y cambiar:

Los hábitos alimenticios

La nutrición antes, durante y después de hacer ejercicio físico es fundamental para lograr un alto rendimiento y minimizar el riesgo de sufrir patologías musculares. En cuanto a los alimentos que se incluyen en la dieta, deben ser equilibrados y ricos en hidratos de carbono y proteínas orgánicas. Igualmente tienen que aportar las vitaminas necesarias para el organismo.

También es recomendable prescindir de alimentos con calorías vacías. Esto significa que aportan energía, pero sin nutrientes. Además, aumentan la probabilidad de sufrir otras enfermedades no relacionadas con las lesiones musculares, como las cardiovasculares, la obesidad o la diabetes.

La hidratación

El agua es un elemento esencial para las personas: supone un alto porcentaje de la masa de nuestro cuerpo, entre un 50 y un 70%, según la edad. La hidratación es el elemento principal a cuidar para evitar lesiones musculares y de tendones. Esto se debe a que la ingesta de agua mejora su flexibilidad. Por ello, es recomendable beber dos litros de agua al día, aproximadamente. Para los deportistas, hay que tener en cuenta las necesidades de cada uno, según su condición física, el nivel de hidratación, y la práctica deportiva que se realice.

Hábitos no saludables

Tanto el tabaco como el alcohol son sustancias perjudiciales para la salud de nuestro organismo, y no hace falta añadir que, su consumo excesivo provoca efectos negativos, y afecta al rendimiento deportivo.

Por su parte, el alcohol contiene una cantidad elevada de calorías vacías y si se consume en exceso, se reduce la capacidad del organismo de aprovechar los nutrientes de los demás alimentos y, a largo plazo, podemos experimentar agotamiento y desnutrición, aumento de la grasa corporal y alteraciones en los neurotransmisores que ralentizan el pensamiento.

El estado emocional

Está comprobado que las personas que son más positivas llegan antes al éxito. Por tanto, también es probable que se recuperen antes. El bienestar psicológico es primordial, sobre todo para los deportistas, ya que los sentimientos negativos como el miedo o la tristeza repercuten en la recuperación y el rendimiento. Mantener una actitud positiva ante la vida, los problemas y el estrés diario es fundamental. Y saber lidiar o no con ellos puede repercutir positiva o negativamente en nuestra salud. Esto es así porque existe una conexión entre la mente y el cuerpo y, cuando sufrimos situaciones de estrés, el cuerpo reacciona.

Una salud emocional negativa puede debilitar al organismo y producir distintos tipos de lesiones, tanto musculares como enfermedades infecciosas. A nivel físico externo, las consecuencias suelen ser la aparición de contracturas, sobre todo en la zona de los hombros y de las cervicales. A esto se le añade también una descompensación de la estructura ósea. Así que, muchas veces, para solucionar este tipo de dolencias físicas hay que indagar en el interior para identificar las razones de origen emocional que están potenciando las dolencias físicas.

Tratamiento de patologías musculares

Obviamente, cada tipo de lesión muscular es diferente y su método de recuperación también será distinto. Por lo que, en estos casos, es imprescindible acudir a un profesional para que determine el tipo de tratamiento más adecuado.

Para que te hagas una idea, debes saber que las lesiones que no afectan de forma anatómica, suelen curarse de forma rápida y efectiva. No obstante, si hablamos de contusiones y roturas, al producirse hematomas, la cicatrización es más lenta y, por tanto, la recuperación también requiere más tiempo.

En este último caso, si se padece una contusión o rotura, el tratamiento normalmente se divide en tres fases:

  • El objetivo inicial es reducir el hematoma. Para ello, se recomienda reposo absoluto de la zona lesionada. Asimismo, se debe aplicar frío durante las primeras 48 horas de tres a cinco veces al día, manteniéndolo durante unos 15 minutos. Eso sí, se aconseja utilizar un paño húmedo entre la piel y el hielo para evitar otras lesiones.
  • En la segunda fase, el tratamiento se enfoca a cicatrizar la lesión. Aquí, ya se aplica calor mediante paños o el uso de manta eléctrica. Y, en unos días, es conveniente empezar a realizar pequeñas contracciones musculares en reposo.
  • En la tercera etapa, la persona ya puede empezar a reanudar su actividad deportiva de forma progresiva. Eso sí, siempre realizando los estiramientos oportunos antes y después del ejercicio.